Lo bueno del PP de Rajoy es que se ha despojado de todos sus complejos. Ya no se esconde, no le importa enseñar la patita bajo la puerta porque, sencillamente, podemos contemplarlo en todo su esplendor. La cúpula de Génova 13 ha decidido salir de su particular armario de FAES para mostrarnos a todos los españoles su verdadera identidad e ideología. Y eso, estemos o no de acuerdo con ella, es digno de alabanza. Que un político te venga de cara no es muy usual y, por tanto, debemos valorarlo en su justa dimensión. Sólo falta la guinda del pastel: que uno de sus dirigentes convocara una rueda de prensa y dijese “sí, soy de derechas, ¿y qué?”.
El PP de Rajoy es, en realidad, el PP de Zaplana, Acebes, Cañete y Aguirre, todos ellos ubicados al buen cobijo de la sombra de Aznar, quien entregó los mandos del partido a Don Mariano, no como relevo, sino como sucesor de la dinastía FAES. Y en ese proyecto no encajan políticos como Gallardón, Piqué, Matas o Núñez Feijóo porque ninguno de ellos acata el dogma de pensamiento único que cada lunes se diseña en la reunión de Maitines.
A un mes de las elecciones, sabemos a qué atenernos si los populares alcanzan La Moncloa. El Consejo de Ministros tornará a convertirse en lo fue: el Consejo de Administración de España S.A. A manos de Pizarro, su Consejero Delegado, asistiremos a una considerable bajada de impuestos a cambio ―las matemáticas no engañan― de un buen tijeretazo al gasto público; eso sí, no sabemos en qué se va a gastar menos. Nos han contado que el dinero “donde mejor está es el bolsillo del contribuyente”, pero han omitido decir qué nuevos gastos tendremos que asumir los ciudadanos si el Estado no lo hace por nosotros.
Si gana el PP no habrá Educación para la Ciudadanía, pero tampoco trasvase del Ebro. La Iglesia volverá a ejercer su influencia preconstitucional, el matrimonio será “el de toda la vida” y la asignatura de Religión (Católica, por supuesto) volverá a ser computable a efectos de promoción en el sistema educativo. Volveremos a construir Centrales Nucleares pero no sabemos si el primo de Rajoy se convertirá en su asesor medioambiental. La Nación Española ya no correrá peligro alguno de desintegrarse porque los partidos nacionalistas que pacten con ellos se redimirán previamente de todos los pecados separatistas cometidos por la benevolencia y la candidez de ZP. El Gobierno jamás hablará con ETA, ningún terrorista sanguinario como De Juana saldrá de la cárcel y Alcaraz será convenientemente premiado con algún alto cargo en la Administración por los servicios prestados. La Alianza de Civilizaciones se irá a hacer puñetas. Y Gallardón, también.
Y lo más importante es que gracias al Sr. Arias Cañete ―junto a Arenas la viva estampa del arquetipo de señorito andalú― los camareros inmigrantes que pueblan los bares de la ‘Piel de Toro’ volverán a traernos el café y las tostadas rápidos, diligentes y acordes a las buenas costumbres españolas de toda la vida. ¡Como Dios manda!
El PP de Rajoy es, en realidad, el PP de Zaplana, Acebes, Cañete y Aguirre, todos ellos ubicados al buen cobijo de la sombra de Aznar, quien entregó los mandos del partido a Don Mariano, no como relevo, sino como sucesor de la dinastía FAES. Y en ese proyecto no encajan políticos como Gallardón, Piqué, Matas o Núñez Feijóo porque ninguno de ellos acata el dogma de pensamiento único que cada lunes se diseña en la reunión de Maitines.
A un mes de las elecciones, sabemos a qué atenernos si los populares alcanzan La Moncloa. El Consejo de Ministros tornará a convertirse en lo fue: el Consejo de Administración de España S.A. A manos de Pizarro, su Consejero Delegado, asistiremos a una considerable bajada de impuestos a cambio ―las matemáticas no engañan― de un buen tijeretazo al gasto público; eso sí, no sabemos en qué se va a gastar menos. Nos han contado que el dinero “donde mejor está es el bolsillo del contribuyente”, pero han omitido decir qué nuevos gastos tendremos que asumir los ciudadanos si el Estado no lo hace por nosotros.
Si gana el PP no habrá Educación para la Ciudadanía, pero tampoco trasvase del Ebro. La Iglesia volverá a ejercer su influencia preconstitucional, el matrimonio será “el de toda la vida” y la asignatura de Religión (Católica, por supuesto) volverá a ser computable a efectos de promoción en el sistema educativo. Volveremos a construir Centrales Nucleares pero no sabemos si el primo de Rajoy se convertirá en su asesor medioambiental. La Nación Española ya no correrá peligro alguno de desintegrarse porque los partidos nacionalistas que pacten con ellos se redimirán previamente de todos los pecados separatistas cometidos por la benevolencia y la candidez de ZP. El Gobierno jamás hablará con ETA, ningún terrorista sanguinario como De Juana saldrá de la cárcel y Alcaraz será convenientemente premiado con algún alto cargo en la Administración por los servicios prestados. La Alianza de Civilizaciones se irá a hacer puñetas. Y Gallardón, también.
Y lo más importante es que gracias al Sr. Arias Cañete ―junto a Arenas la viva estampa del arquetipo de señorito andalú― los camareros inmigrantes que pueblan los bares de la ‘Piel de Toro’ volverán a traernos el café y las tostadas rápidos, diligentes y acordes a las buenas costumbres españolas de toda la vida. ¡Como Dios manda!
1 comentario:
Hola, soy Jose.
Veo que estás tan indignado como yo con las declaraciones del Arias Cañete. Para que te hagas una idea, he vuelto a votar después de 9 años. Eso sí, como ha dicho Sabina, "tapándome la nariz".
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